6ª Epistola
Por fin acabó la jornada. Por fin termino el trabajo. Ya puedes regresar a casa. Ella esta esperando. Cruzas la puerta y la ves. Sus ojos y su sonrisa te dicen más que cualquiera de sus palabras. La amas y sabes que ella te corresponde. ¿Qué más se puede pedir? Un trabajo que no te absorbe, Una casa que no te da muchos gastos, y ella. La razón de todo. Te abraza. Sientes su calor y cierras los ojos para fundirte en su abrazo. No tienes nada de que preocuparte, salvo de estar ahí. De estar juntos. De nada más. Eres feliz, porque todo va bien…
De repente oyes un ruido hostil. Una voz brusca te trae de vuelta: “¡Recuento!”
Entonces abres los ojos y despiertas. Resignado, te das cuenta de que no todo va bien. Suspiras e intentas reunir fuerzas para levantarte. Para afrontar un nuevo día. Y piensas que con esfuerzo, si todo sale bien, algún día, se llenará ese vacío. Con suerte, algún día, tu sueño se hará realidad.
De repente oyes un ruido hostil. Una voz brusca te trae de vuelta: “¡Recuento!”
Entonces abres los ojos y despiertas. Resignado, te das cuenta de que no todo va bien. Suspiras e intentas reunir fuerzas para levantarte. Para afrontar un nuevo día. Y piensas que con esfuerzo, si todo sale bien, algún día, se llenará ese vacío. Con suerte, algún día, tu sueño se hará realidad.