jueves, febrero 21, 2008

13ª Epístola

Ya han pasado dos estíos y vas camino de tu segundo invierno. Demasiado tiempo para un lugar en el que una hora ya es demasiado.

Estás justo en el ecuador de esa etapa llena de afición previa a tus primeras salidas. Duro periodo es cuando te encuentras entre dos mitades, ya que, cada día que pasa, el tiempo se convierte en una obsesión cada vez mayor. Sientes además la impotencia de ver que no pasa todo lo rápido que quisieras, porque al fin y al cabo lo que realmente quieres no es ver como pasa, como se va poco a poco, sino despertar un buen día y ver que todo esto ya es parte del pasado.

Sueños ilógicos de un pobre loco desesperado que se siente flotar en una tabla a la deriva sin acabar de entender aún los motivos que le han llevado hasta ahí; sin rumbo, sin destino, sin razón, rodeado por un gran mar de tiempo cuyas aguas pueden arrastrarle hasta el fondo con el más leve movimiento.

Sueños sin sentido de quien se encuentra en un punto en el que cuando mira hacia delante solo ve un infranqueable abismo exactamente igual que el que hay a su espalda. Que difícil resulta a veces deshacerse de la amargura que te impide ver el final de este cruel camino en el cual has aprendido tanto.

“Esta es una gran experiencia y, para bien o para mal, grande será su aportación”. Por aquel entonces no podías imaginar cuan grande podía llegar a ser. No solo ha conseguido cambiar tu vida, sino que también ha llegado a cambiar tu manera de verla, de afrontarla y ahora puedes decir que por supuesto que ha sido para bien, porque ha sido aquí, en esta multitudinaria soledad, en esta pantomima sin razón, donde por primera vez has conseguido encontrarte y escucharte. Sin embargo sabes que no todo el merito es tuyo, debes mucho a los compañeros de camino.

Todo tu mundo está ahora fuera, esperándote con los brazos abiertos. Y aunque sabes que aún queda por aprender aquí, sientes que esto no te aportará ya mucho más. Ya te has deshecho de muchos de los grandes lastres que te impedían darte cuenta de lo que querías y como lo querías. Solo has de tomar las riendas y hacerlo. Solo has de ser tú. Es resto es como correr cuesta abajo, solo queda disfrutar del recorrido…

…Pero ese recorrido deberá esperar…

Es justamente ese futuro prometedor lo que hace que la espera sea más y más dura, pero a pesar de todo aún queda algo que alivia ese sentimiento. Esta noche cerrarás los ojos y dormirás con la conciencia tranquila. Cuando los abras esto no habrá pasado, pero tendrás la certeza de que estarás un día más cerca de que eso suceda…